jueves, 26 de diciembre de 2013

Perdonar


El camino para aprender a amar se hace “Perdonando”, quien desea crecer en el amor lo logra viviendo en el perdón.
Perdonar es el camino de la liberación, el que realmente se libera es quien perdona, echando fuera de su alma todo rencor y la venganza que solamente lo envilece y lo consume.
Perdonar a pesar de tener razón y mil justificaciones para no hacerlo.
Perdonar cuando te han ofendido y humillado, así se manifiesta la grandeza del corazón.
Solamente el que ama auténticamente puede decir, perdono y olvido.
Perdonar es cuando a pesar de haber sido ofendido te atreves a dar una sonrisa de amor.
Deja hoy tus rencores, ese recuerdo que anhela ver al que te ha ofendido de rodillas pidiendo clemencia.
Deja hoy ese fuego que enciende tu cólera y llena tu ser de rabia y de rencor. Aparta ese sentimiento que tienes cuando ha sido pisoteado tu orgullo y has sido lastimado en lo más profundo, cuando deseas con todas tus fuerzas ver destruido y humillado a quien te ha ofendido.
¿Serías capaz de perdonar a ese amigo que te traicionó, o aquella ofensa de quien tu creías no te podía fallar?
¿Serás capaz de llenar tu alforja de amor y olvido, y salir al encuentro con lo único que le puedes ofrecer, tu perdón?
Ahora puedes ser libre, perdonar y olvidar, eleva tu alma a aquel que te perdonó y encuentra la paz.
Dios, sé que tu grandeza y tu más sublime expresión de amor es perdonar. Dame la sabiduría, la comprensión y la fuerza para no darle espacio ni tregua al odio y ser capaz de perdonar y vivir por los demás.
Señor, tu lo sabes mejor que nadie, conoces el corazón del hombre y sabes que hoy deseo amar como nunca imaginé, Señor gracias, porque hoy al fin he perdonado por amor.
“Hoy perdono para siempre y arranco de mi alma todos aquellos rencores que me envilecen y me atan al pasado, hoy estoy dispuesto a olvidar, hoy elijo el camino del amor”

El Ropero



¡Cuántas cosas desparramadas por aquí y por allá! ¡Qué desorden por todas partes! 
Por fin hoy me decidí... y abrí mi ropero.
Entre medio de ropas arrugadas, ¿sabes que encontré? 
Encontré mi conciencia, cubierta de polvo, arrugada, con huellas visibles del paso del tiempo. 
Le tuve lástima... y me tuve lástima. ¿Todavía servirá? Sí, ¿por qué no? 
La limpié. La sacudí. La dejé como nueva, apta para todo servicio. 
Pero no fue todo.
También localicé perezas, negligencias y descuidos...repletos de mañanas. 
Mañana haré esto. Mañana haré lo otro. Mañana haré aquello. 
Mañana.... y mañana... 
Junté toda esa chatarra y la tiré.
Entre los pañuelos vi disimuladas las angustias y los temores. 
¿Perderé mi trabajo? ¿Mantendré mi salud? ¿Le pasará algo a mis seres queridos? 
Amarguras, calamidades, inquietudes.
A medida que las identificaba, pensé que me iba a dar un infarto, así que... ¡afuera!
¡Por aquí tendría que haber comenzado! ¡Así tengo que continuar día tras día! 
Y como ahora mi ropero volvía a tener espacios vacíos, empecé a acomodar... 
La esperanza... que tuve tan olvidada.
Los afectos... que no siempre manifesté. 
Las amistades... que tanto descuidé. 
La fe... La renovada alegría de vivir...
Siempre me habían dicho una y otra vez: el pasado siempre fue mejor. 
No sé... tal vez sí... tal vez no... 
Me importa más que el futuro sea mejor. Para mí, para ti, para todos nosotros. 
No es inocencia... no es que me hay convertido en un ingénuo.
Es que he puesto mi ropero en orden. Ahora puedo tomar lo que me ofrece la vida y disfrutarlo en plenitud. 
Satisfecho,cerré el ropero. 
Ya tranquilo, reinicié la marcha por este, mi camino.
Tengo una meta y hacia ella debo ir. Pero... ¿habrá otros roperos por allí en las condiciones que estuvo el mío?
Por las dudas, si fuera el tuyo,recuerda que puedes arreglarlo. Hazlo, ya mismo 
Deja que Dios te limpie. Entrégale a El todo lo que ocupa espacio, pero que no te hace feliz.