Hubo una vez una niña pequeñita, al
acostarse todos los días le gustaba leer a escondidas, su mamá no le
permitía tener la luz encendida mucho tiempo porque molestaba a su
hermanita, entonces la niña encendía una pequeña linterna para poder
leer y adoptaba distintas posturas en la cama, tapándose bien con las
mantas, pues no quería que nadie viera que encendía una luz.
Cuando estaba suficientemente cansada se quedaba dormida, en ocasiones con la linterna encendida.
A los pocos días de encender aquella
linterna para leer comenzó a escuchar una canción como si alguien
tarareara, apenas se entendía y era una voz extraña que sonaba como si
temblara en toda la habitación, así que de aquella lectura favorita la
niña pasó a utilizar la linterna para dedicarse a investigar en las
paredes de la habitación, en el techo y en otros rincones de dónde podía
proceder aquel extraño sonido, sin salirse de su cama y sin destaparse
para no despertar así a su hermanita.
Nunca averiguó de dónde venían aquellos sonidos de canción quebrada, pero cada día le inquietaban más…
Un buen día su madre descubrió bajo la almohada aquella linterna y aquella niña ya no pudo proseguir con sus investigaciones…
Y al poco tiempo, misteriosamente,
aquellos cánticos también cesaron. Ya de más mayor un día conversando
con su hermanita ésta le dijo:
-¿Sabes? cuando éramos pequeñas y nos
íbamos a dormir hubo un tiempo en que yo tenía miedo a una luz que
aparecía muchas noches sobre el techo, no sabía de dónde venía pero se
movía y provocaba unas sombras y luces extrañas que me recordaban a los
fantasmas y no podía dormir porque me daba miedo; creía que era algún
monstruo que venía a atraparme y eso me asustaba; entonces para no
sentir temor… me ponía a cantar.
Me temblaba la voz al hacerlo y me
tapaba bien con la manta hasta la nariz, casi hasta los ojos, para que
ese fantasma de luz no me descubriera ni me atrapara nunca; yo cantaba
en voz bajita intentando superar ese miedo… Nunca supe de dónde nacía
esa luz, pero asustaba mucho, de veras, de veras que sí, hermanita. Un
buen día esa luz desapareció, yo dejé de cantar y ya pude dormir más
tranquila. Nunca se lo he contado a nadie hasta ahora porque me daba
vergüenza reconocer que por las noches dormía con miedo de que una luz
desconocida apareciera en el techo.
La niña se le quedó mirando con sorpresa.
- ¿Sabes?, le dijo entonces a su hermanita. Yo de pequeña… es que tenía una linterna…
Así que ese día aquella niña comprendió
algo importante: todos formamos parte de un todo, todos tenemos miedo a
lo que desconocemos, hay muchos motivos por los que podemos molestar o
tal vez todos sean un solo motivo, que disfrazamos de fantasma, de
ruido, de noche, de dudas, de agobios, de huidas o insistencias, de
oscuridad, tal vez un solo motivo y mil linternas y excusas para
enfocarlo y mil tipos de canciones bajitas para disfrazar cuánto y cómo
nos atemoriza.
Pero al fin y al cabo un solo miedo…
miedo a no ser comprendidos. Sin embargo podemos vivir muchos años
creyéndonos incomprendidos, incapaces, diferentes o ajenos a otros…
hasta que un buen día nos paramos, conversamos suavemente, con la
madurez de los años o el dolor de las distancias y nos sinceramos con un
simple objetivo: entendernos y entonces, ¡Es increíble! de repente, sin
esperarlo, surge lo absurdo.
Porque todos, desde ambos lados, siempre
tenemos grandes y poderosas razones para hacer las cosas como las
hacemos, y nos esforzamos en que nos entiendan y nos valoren y nos
permitan seguir siempre incuestionablemente haciendo lo mismo, pero, al
fin y al cabo, ¡es absurdo! jamás podremos evitar… tener TODOS el mismo
motivo.
Todos formamos parte de un todo.
Realmente, creemos que no, pero estamos equivocados, en realidad TODOS
nos pasamos el mismo tiempo sufriendo de diferentes maneras… por lo
mismo.
FinDime que te parecio el cuento,y que reflexion te dejo..?
ME CONFIRMA LO Q SIEMPRE PENSE Q SOMOS NUESTRO PEOR ENEMIGO, SENTIR MIEDO ES TAN NATURAL COMO TENER HAMBRE, PERO NO PODEMOS CONVIVIR CON EL POR SIEMPRE, EN ALGUN MOMENTO TENEMOS Q ENFRENTARLO...O NOS PUEDE CONSUMIR LA VIDA
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