miércoles, 11 de marzo de 2015

El saludable arte de disfrutar del silencio


El silencio. Si te detienes un momento a pensarlo, te darás cuenta de que es una dimensión que no abunda demasiado en nuestras vidas. Estamos acostumbrados al rumor de las ciudades, del tráfico, a las conversaciones interminables, a esa televisión que no apagamos en todo el día e, incluso, al sonido de nuestras propias preocupaciones que casi nunca encuentran descanso.
El silencio es un valor y una necesidad. Hablemos hoy sobre ello para tenerlo en cuenta, para descubrir que el silencio es, a veces, un refugio de paz al que deberíamos acudir más a menudo.
 1. El miedo al silencio

 Seguro que te ha ocurrido en alguna ocasión. Hay personas que en cuanto notan que surge un silencio en medio de una conversación, se encuentran incómodos y acaban diciendo lo primero que les viene a la cabeza. ¿Por qué nos incomodan los silencios? 

  • En ocasiones, hacemos un mal uso de las palabras consiguiendo que pierdan su auténtico valor. Hablar es comunicar con sinceridad e integridad, y los silencios, aunque te sorprenda, pueden ser en ocasiones signo de cariño y de intimidad. Cuando dos personas se encuentran a gusto con sus silencios, establecen un símbolo de unión, ahí donde no hace falta ningún artificio. Sólo la intimidad mutua.
  • El miedo a estar en silencio demuestra, en ocasiones, un miedo particular a estar en contacto con nosotros mismos, con nuestro ser, con nuestros pensamientos, sueños y deseos.
  • Debes tener en cuenta otro aspecto importante: Estar callado no es estar en silencio. Uno puede estar callado y tener a su alrededor una aglomeración de personas, tráfico, música… Es lo que llamamos ruido externo, pero también existe el ruido interno. ¿Sabes a qué nos referimos cuando hablamos de ruido interno? A nuestras preocupaciones, a esa voz interior que a veces nos juzga y nos oprime llenándonos de ansiedad. El verdadero silencio, el auténtico, debe estar libre de estas dos dimensiones.
 2. El silencio que nos aporta verdadera tranquilidad

 Ahora ya sabes que estar en silencio no es únicamente estar callado. Permanecer en silencio supone establecer una auténtica armonía con nuestro exterior y nuestro interior. Para conseguirlo, debes seguir las siguientes pautas:

  • No hace falta que nos vayamos muy lejos para encontrar silencio. Seguro que en casa puedes disponer algunas horas al día donde todo quede tranquilo, sin televisión, música y sin que nadie te moleste. Si no te es posible, acude a algún parque, ahí donde el sonido de la naturaleza te permita también apagar “tu ruido interno”.
  • Una vez encuentres esa unión con el exterior y tu interior, relájate y no dejes que vuelvan esas voces interiores que te angustian o te llenan de estres. Apágalas. Permite que te envuelva el silencio para escuchar tu verdadero ser. Es entonces cuando podremos reflexionar con tranquilidad sobre nuestro momento actual; sobre lo que eres y lo que deseas. El silencio es armonía, calma y un modo de entrar en contacto con nuestro niño interior.
  • Tampoco temas a los silencios que surgen en una conversación. Toma conciencia de que las palabras deben ser usadas con su auténtico valor. No vale la pena hablar por hablar o comunicar cosas que no sentimos. Un silencio compartido es, a veces, la mejor prueba de cariño, amor y respeto.
 Aprendamos a valorar el silencio como un tesoro, como un arte que cultivar cada día.

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