Un hombre muy bien vestido y que hablaba muy bien, me presento a mi futuro asesino: la droga. Al principio intente rechazarla papa, te lo prometo, pero este hombre se metió con mi dignidad y me hizo creer que si no la probaba era porque no sería lo suficientemente hombre.
No es necesario que te cuente más, ¿verdad? Ingrese en el mundo de las drogas. No hacía nada sin que la drogas no estuvieran presentes de alguna manera.
Yo sentía que las demás personas y la droga eran mis amigos y sonreían y sonreían.
¿Sabes papá? Cuando uno comienza en este mundo encuentra todo ridículo y muy divertido. Incluso a Dios lo encontraba ridículo.
Hoy, en el hospital, reconozco que Dios es lo más importante del mundo y sé que sin su ayuda no te estaría escribiendo esta carta.
Papá, no vas a creerlo, pero la vida de un drogadicto es terrible, uno se siente desgarrado por dentro. Ser drogadicto es terrible y todos los jóvenes deberían saberlo para no entrar en eso. Yo no puedo dar tres pasos sin cansarme. Los médicos dicen que me voy a curar; pero yo veo que cuando salen del cuarto mueven la cabeza. Papá, sólo tengo diecinueve años y ya sé que no tengo oportunidad de vivir por culpa de la droga.
Yo sé que es muy tarde para mí, pero tengo un último encargo para hacerte:
Habla con todos los jóvenes que conoces y muéstrales esta carta. Diles que en cada puerta de los colegios y en cualquier aula, en cada facultad, en cada negocio o en cualquier lugar, puede haber siempre un hombre elegante que puede mostrarles a su futuro asesino, el que destruirá sus vidas.
Por favor haz eso, papá, antes de que sea demasiado tarde para ellos también.
Perdóname, papá; ya sufrí demasiado. Perdóname por hacerte sufrir también con mis locuras.
Adiós, querido papá
Pero si los politicos son los corruptos que se enriquecen con esto como se hace,
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