martes, 24 de septiembre de 2013

Cada uno da, lo que tiene en su corazón


Marita, una joven muy pobre iba a cumplir 15 años y decidió festejarlo e invitar a sus compañeros del colegio. Para esto ahorro dinero por mucho tiempo.

Al enterarse sus amigos de la fiesta, decidieron hacerle una broma.

Dentro del grupo estaba Pedrito, el líder, era el que se divertía mofándose de todos. Les dijo que se encargaría personalmente de preparar el regalo.

Lleno una caja muy bonita con basura y desperdicios mal olientes, la envolvió con papel dorado, le puso un gran moño y una tarjeta con agradables palabras.

Llego la hora del brindis, le cantaron el Feliz Cumple y fue el momento que Pedrito en representación de todos le entrego el regalo.

Marita, que estaba disfrutando la fiesta de una manera increíble, abrió la caja con ilusión delante de los presentes, entonces se encontró con la gran sorpresa. Pedrito y sus compinches se rieron y se burlaron haciendo comentarios desagradables y humillantes.

Sin desdibujarse la sonrisa de su cara, Marita le pidió a Pedrito que la esperara un momento. Ella se retiro por unos minutos de la fiesta, tiro la basura, limpio la caja, la lleno de flores y la envolvió con el mismo papel. Al entrar al salón, todos se quedaron sorprendidos de su actitud.

Fue al encuentro de Pedrito, con mucho cariño y dulzura le dijo: -Este es mi regalo para ti.

Expectantes y en silencio los presentes, pensaron que la devolución de la broma iba a ser más pesada. Este con manos temblorosas, abrió la caja y para su sorpresa, le preguntó: -¿Qué significa esto. A lo que ella le contesto:
«Cada uno da lo que tiene en su corazón».

No te entristezcas con la actitud de algunas personas; no pierdas tu serenidad. La ira perjudica la salud y el rencor envenena el corazón.

Domina tus emociones negativas. Sé dueño de ti mismo. No arrojes leña al fuego de tu frustración. No pierdas la calma. Piensa antes de hablar y no cedas a tus impulsos, por muchas razones que tengas.

«Alimentar el resentimiento, es como aquél que toma veneno y espera que muera otro»

martes, 17 de septiembre de 2013

Carta a Papá

Querido Papá: Quiero contarte algo que se refiere a nosotros dos. Quiero compartir contigo algunas experiencias que viví a tu lado sin que tu lo supieras, experiencias que de alguna manera apreciaría transmitirle a mi hijo, cuando sea yo quien lo tenga. .... Cuando pensabas que no te veía, te escuché pedirle al Ser Supremo salud y trabajo para nosotros, y aprendí que existía Alguien con quien yo podría conversar en el futuro. .... Cuando pensabas que no te veía, te vi preocuparte por tus amigos sanos y por tus amigos enfermos, y así aprendí que todos debemos ayudarnos y cuidarnos unos a otros. .... Cuando pensabas que no te veía, te vi dar tu tiempo y dinero para ayudar a personas que nada tenían, y aprendí que aquellos que tienen, debemos compartirlo con quienes no tienen. .... Cuando pensabas que no te veía, te sentí darme un beso por la noche y me sentí amado y seguro. .... Cuando pensabas que no te veía, te vi atender la casa y a todos los que vivimos en ella, y aprendí a cuidar lo que es dado. .... Cuando pensabas que no te veía, vi como cumplías con tus responsabilidades, aún cuando no te sentías bien, y aprendí que debo ser responsable cuando crezca. .... Cuando pensabas que no te veía, vi tus lágrimas , y entonces aprendí que a veces las cosas duelen, y que está bien llorar. .... Cuando pensabas que no te veía, vi que te importaba y quise ser todo lo que puedo llegar a ser. .... Cuando pensabas que no te veía, aprendí casi todas las lecciones de la vida que necesito saber para ser una buena persona y también productiva cuando crezca. .... Cuando pensabas que no te veía, te vi y quise decir:

¡gracias por todas las cosas que vi, cuando pensabas que no te veía! Nosotros, tus hijos......