martes, 21 de octubre de 2014

PENSAMIENTO DE GANDHI



Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si me das fortuna, no me quites la razón
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás. No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso, si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor.....si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí !

sábado, 18 de octubre de 2014

FUERZA Y CORAJE


Es preciso tener fuerza para ser firme,
pero es preciso tener coraje para ser gentil.

Es preciso tener fuerza para defenderse,
pero es preciso tener coraje para bajar la guardia.

Es preciso tener fuerza para ganar una guerra,
pero es preciso tener coraje para rendirse.

Es preciso tener fuerza para estar en lo cierto,
pero es preciso coraje para tener duda.

Es preciso fuerza para mantenerse en forma,
pero es preciso coraje para mantenerse en pie.

Es preciso tener fuerza para sentir el dolor de un amigo,
pero es preciso coraje para sentir los propios dolores.

Es preciso tener fuerza para esconder los propios males,
pero es preciso coraje para demostrarlos.

Es preciso tener fuerza para soportar el abuso,
pero es preciso coraje para hacerlo parar.

Es preciso tener fuerza para quedarse solo,
pero es preciso tener coraje para pedir apoyo.

Es preciso tener fuerza para amar,
pero es preciso tener coraje para ser amado.

Es preciso tener fuerza para sobrevivir,
pero es preciso coraje para vivir. 

jueves, 16 de octubre de 2014

QUIEN MATO AL...AMOR?


Hubo una vez en la historia del mundo un día terrible en el que el odio, que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y las malas virtudes, convocó a una reunión urgente con todos ellos.
Todos los malos sentimientos del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad de saber cuál era el propósito.
Cuando estuvieron todos habló el Odio y dijo:
-- Los he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien.

Los asistentes no se extrañaron mucho pues era el Odio que estaba hablando y él siempre quiere matar a alguien, sin embargo todos se preguntaban entre sí quien seria tan difícil de matar para que el Odio los necesitara a todos.
-- Quiero que maten al Amor, dijo.

Muchos sonrieron malévolamente pues más de uno le tenía ganas. El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo:
-- Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto, provocaré tal discordia y rabia que no lo soportará.

Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del Mal Carácter quedaron tan decepcionados. Lo siento, lo intenté todo pero cada vez que yo sembraba una discordia, el Amor la superaba y salía adelante.
Fue entonces cuando, muy diligente, se ofreció la Ambición que haciendo alarde de su poder dijo:
-- En vista de que el mal carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y por el poder. Eso nunca lo ignorará.

Y empezó la ambición el ataque hacia su víctima, quien efectivamente cayó herida pero después de luchar por salir adelante renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo.
Furioso el Odio, por el fracaso de la Ambición envió a los Celos, quienes burlones y perversos inventaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar el amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero el Amor confundido lloró, y pensó, que no quería morir y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció.
Año tras año, el Odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros, envió a la frialdad, al egoísmo, a la cantaleta, la indiferencia, la pobreza, la enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, porque cuando el Amor se sentía desfallecer, tomaba de nuevo fuerza y todo lo superaba. El Odio convencido de que el Amor era invencible les dijo a los demás:
-- No hay nada que hacer. El Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos.

De pronto de un rincón del salón se levantó un sentimiento poco conocido, que vestía todo de gris y con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver, su aspecto era fúnebre como el de la muerte
-- Yo mataré el Amor, dijo con seguridad.

Todos se preguntaron quién era ese que pretendía hacer solo, lo que ninguno había podido. El Odio dijo, ve y hazlo.
Tan solo había pasado algún tiempo cuando el Odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles después de mucho esperar por fin EL AMOR HABIA MUERTO.
Todos estaban felices pero sorprendidos. Entonces el sentimiento del sombrero gris habló:
-- Ahí les entrego el Amor totalmente muerto y destrozado y sin decir mas se marchó.

-- Espera, dijo el Odio, en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo despedazaste y no hizo el menor esfuerzo para vivir. ¿Quién eres?
El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo:
-- SOY LA RUTINA.

miércoles, 15 de octubre de 2014

ESTOY APRENDIENDO


Que la mejor aula de aprendizaje esta a los pies de una persona mayor.
Que cuando estas enamorado, se nota.
Que nadie es perfecto hasta que te enamoras de esa persona.
Que cuando solo una persona me dice, "Tu me alegraste el día", me alegra el día.
Que ignorar la realidad no cambia la realidad.
Que El Señor no lo hizo todo en un día. Que me hace pensar que yo puedo?.
Que ser bondadoso es mas importante que tener la razón.
Que cuando te amarras a tu amargura, la felicidad amarrara en otro muelle.
Que bajo la coraza mas dura hay alguien que quiere ser apreciado y amado.
Que yo siempre puedo rezar por otro cuando no tengo la fuerzas para ayudarlo de alguna otra manera.
Que no importa cuan serios nos obliga a ser nuestra vida, siempre necesitamos un amigo para actuar estúpidamente.
Que todos queremos vivir en la cima de la montaña, pero la felicidad y el desarrollo ocurren mientras la escalas.
Que es mejor dar consejos en dos ocasiones; cuando te lo piden y cuando es una situación en que peligra la vida.
Que algunas veces todo lo que una persona necesita es una mano para tomar y un corazón para entender.
Que la vida es como un rollo de papel; mientras más se acerca a su fin, más rápido se acaba.
Que deberíamos estar contentos que Dios no nos dio todo lo que pedimos.
Que el dinero no compra clase.
Que las pequeñas cosas de todos los días hacen la vida tan espectacular.
Que cuando planeas vengarte de Alguien, estas solamente dejando que esa persona te continúe hiriendo.
Que el amor y no el tiempo cierra todas las heridas.
Que la forma más fácil de crecer como persona es rodearme de gente más capaz que yo.
Que todos con los que te encuentras se merecen que los recibas con una sonrisa.
Que la vida es dura pero yo soy más duro.
Que las oportunidades nunca se pierden; alguien tomara la que dejaste pasar.
Que debemos mantener nuestras palabras tiernas, porque mañana tal vez debamos masticarlas.
Que una sonrisa es una forma muy barata de mejorar la presencia.
Que no puedo decidir como me siento, pero si puedo decidir que voy a hacer al respecto.
Que mientras menos tiempo tengo disponible, más cosas ter
mino.

lunes, 13 de octubre de 2014

QUE NOS IMPIDE HABLAR CON EL LENGUAJE DEL AMOR..?



 Irresponsablemente caemos con frecuencia en ciertas actitudes que sólo nos complican y dificultan la comunicación.
Si realmente queremos aprender a hablar con el lenguaje del Amor, será mejor que comencemos a pensar muy seriamente en renunciar a varias cosas.

No reacciones intempestivamente
Tal vez el verdadero motivo de la reacción que experimentas sea originado por situaciones antiguas que ya han quedado en el pasado, pero que al recordarlas, consciente o inconscientemente, anulas a la otra persona.
Hay modas que a veces no son buenas, la de reaccionar intempestivamente es una de ellas.

Evita a toda costa el uso de expresiones ofensivas
Mejor no las uses, ni con los demás, ni contigo mismo, en ningún momento.
Con esas frases “devastadoras” que tan hábilmente usas, y que sabes que llegan a la herida de la otra persona, a quien en realidad dañas, es a ti mismo.

No interrumpas la comunicación
Abandonar abruptamente una conversación, es una manera de manifestar violencia en contra de la otra persona. Con los monólogos sucede lo mismo.
En el fondo, sólo se quiere tener “la última palabra”, anulando la perspectiva y argumentos de la otra persona, por lo que se toma la ruta fácil de suspender la conversación evitando encarar lo que atenta contra nuestro poder, menospreciando al otro con nuestra huida. Con esa actitud, sólo logramos quedarnos solos.

No vale la pena sermonear
Sermonear sólo es una forma de persecución que agrede al otro, obligándolo a que te escuche, manipulando la conversación y haciendo que se comporte como tú deseas.

Es inútil regodearse en el pasado
Retomar rencillas o heridas del pasado para discutir sobre el incidente actual, no permite que sanen las lesiones de ninguna relación, el mejor instrumento para mantener una comunicación pulcra, es el perdón.

Despídete de la ironía y el sarcasmo
El uso de frases irónico-sarcásticas no sólo reviste de agresividad lo que se quiere decir, sino que hace que la comunicación se transforme en violenta.

¿Necesitas tener siempre la razón?
Luchar por “tener la razón” es luchar por tener el poder en la conversación, lo cual te aleja de los demás, pues “ganar la pelea” por medio de la razón no te hará feliz.

Evita las justificaciones
“Explicación no pedida, acusación manifiesta”, dice el viejo refrán.
Hacer aclaraciones que no se han solicitado, demuestra que te estás sintiendo atacado, por lo que te defiendes “a priori” en una reacción que es producto del miedo y la rabia.

Abstente de censurar los sentimientos ajenos
Si respetas los sentimientos de los demás, compartiendo los propios y explorando lo que yace en el fondo, podrás conocer un poco mejor a la otra persona, entenderla y brindarle tu apoyo.

¡Nadie es infalible, ni tú!
No es necesario levantar la voz
El amor nunca grita, por el contrario, susurra.
Generalmente no nos damos cuenta, pero cada vez que hablamos a gritos, estamos agrediendo a nuestro interlocutor.
¿Para qué disfrazar mensajes?
Es mejor hablar con claridad, transparencia y verdad. Expresarse mediante “indirectas” verbales o no, no conduce a nada.
Discutir es un sano intercambio de opiniones, no un pleito verbal.
Detrás de toda discusión que se ha hecho repetitiva, generalmente se esconde un motivo totalmente distinto al que aparentemente generó la discusión, pero del cual no se expresó nada en el momento adecuado, y resulta evidente que aún quedaron cosas por decir.

Deja de acumular quejas, ofensas y resentimientos
Si algo te ha molestado de la otra persona, háblalo en su momento, o hazlo a la brevedad posible, si hacerlo en el momento fuera inapropiado, pero no acumules motivos para discutir algo haciendo que la situación se complique.

Olvídate de siempre ganar las discusiones
Cuando se gana una discusión, casi sistemáticamente pierdes mucho más de lo que puedes imaginarte.

Renuncia a inferir amenazas o sembrar culpas
Al amenazar o culpabilizar a los demás, sólo juegas con sus emociones, lo cual aprovechas en beneficio de tu ego, alimentándolo, sin darte cuenta que después, tu propio ego crecido se convertirá en tu peor enemigo.

No cedas a la tentación de asumir cosas y hacer suposiciones Generalmente las dudas nos hacen asumir o suponer aquello que no entendemos, y muchas cosas simplemente las damos “por hecho”.
Es preferible preguntar y aclarar las cosas para así tener certeza en lo que digas o hagas.

Mantén la discreción de tus discusiones
No es necesario involucrar a terceras personas en una discusión, ni buscar que otros intercedan por ti o que se conviertan en tus defensores.
Como resultado de cualquiera de estas actitudes, la comunicación se dificulta, lo cual acaba por separarnos de los demás, y consecuentemente, del amor.

Absolutamente todas y cada una de las personas que encontramos en nuestra vida representa una valiosa oportunidad de aprender algo.
Seguramente hay alguien en tu vida con quien te resulta particularmente difícil relacionarte. Tómalo como tu maestro, porque esa persona en realidad te muestra hasta dónde llega tu amor, te muestra tu verdadero límite para amar a alguien.
Sin excepción, todas las personas, incluyéndote, dan o piden amor en cada situación de sus vidas. Cada estímulo de agresión que recibas, míralo como una imploración de amor por parte del “agresor” y responde ante dicho estímulo con amorosa comprensión.
Recuerda que cada vez que te “defiendes” con un ataque, a quien en realidad agredes es ¡a ti mismo!
Perdonar es ver la vida de otra manera, es verla desde el corazón, no desde la razón. Puedes pasarte la vida esperando que los demás cambien, y seguirás esperando, y los demás no cambiarán.
Sólo basta intentar algo muy sencillo.
Descubre lo que la otra persona siente. Identifica la causa de su emoción. Encuentra a dónde quiere en realidad llegar. Permite que el otro exprese lo que siente. No dejes añejar los problemas. Pregunta.
Como humanos, nuestra misión es volver al amor. Volver a ser mensajeros del amor.

Provocar amor a nuestro alrededor.
No te permitas contaminarte de la ausencia del amor, que es donde se instala el miedo.

El mundo entero es un eco: sólo repite lo que tú dices.
Es un espejo: refleja tu propia imagen.
Es un boomerang: te devuelve lo que le has enviado.
Tú puedes decidir lo que quieres oír, lo que quieres ver, lo que quieres recibir.
Eso si realmente... lo quieres.

sábado, 11 de octubre de 2014

CUANDO TE HABLEN MAL DE UN AMIGO/A

En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos.
Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:
– ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
– Espera un minuto -replico Sócrates-. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.
– ¿Triple filtro?
– Correcto -continuó Sócrates-. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir.

Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.
El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
– No -dijo el hombre-, realmente sólo escuché sobre eso y..
– Bien -dijo Sócrates-, entonces realmente no sabes si es cierto o no.

Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad . ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
– No, por el contrario…
– Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto.

Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el filtro de la utilidad . ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
– No, la verdad que no.
– Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno, e incluso no me es útil, ¿para qué querría yo saberlo?

Usa este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre alguno de tus amigos(as) cercanos(as) y queridos(as).
La amistad es algo invaluable, nunca pierdas a un(a) amigo por algún mal entendido o comentario sin fundamento.


miércoles, 8 de octubre de 2014

EL CUENTO DE LATIF

Latif era el pordiosero más pobre de la aldea. Cada noche dormía en el zaguán de una casa diferente, frente a la plaza central del pueblo.
 Cada día se recostaba debajo de un árbol distinto, con la mano extendida y la mirada perdida en sus pensamientos. Cada tarde comía de la limosna o de los mendrugos que alguna persona caritativa le acercaba.

Sin embargo, a pesar de su aspecto y de la forma de pasar sus dias, Latif era considerado por todos, el hombre más sabio del pueblo, quizás no tanto por su inteligencia, sino por todo aquello que había vivido.
Una mañana soleada el rey en persona apareció en la plaza. Rodeado de guardias caminaba entre los puestos de frutas y baratijas buscando nada.
Riéndose de los mercaderes y de los compradores, casi tropezó con Latif, que dormitaba a la sombra de una encina. Alguien le contó que estaba frente al más pobre de sus súbditos, pero también frente a uno de los hombres más respetados por su sabiduría.
El rey, divertido, se acercó al mendigo y le dijo:
– “Si me contestas una pregunta te doy esta moneda de oro.”

Latif lo miró, casi despectivamente, y le dijo:
– “Puedes quedarte con tu moneda, para qué la querría yo? ¿Cuál es tu pregunta?

Y el rey se sintió desafiado por la respuesta y en lugar de una pregunta banal, se despachó con una cuestión que hacía días lo angustiaba y que no podía resolver. Un problema de bienes y recursos que sus analistas no habían podido solucionar.
La repuesta de Latif fue justa y creativa.
El rey se sorprendió; dejó su moneda a los pies del mendigo y siguió su camino por el mercado, meditando sobre lo sucedido.

Al día siguiente el rey volvió a aparecer en el mercado. Ya no paseaba entre los mercaderes, fue directo a donde Lafit descansaba, esta vez bajo un olivar. Otra vez el rey hizo una pregunta y otra vez Latif la respondió rápida y sabiamente. El soberano volvió a sorprenderse de tanta lucidez. Con humildad se quitó las sandalias y se sentó en el suelo frente a Latif.
- “Latif te necesito,” le dijo. “Estoy agobiado por las decisiones que como rey debo tomar. No quiero perjudicar a mi pueblo y tampoco ser un mal soberano. Te pido que vengas al palacio y seas mi asesor. Te prometo que no te faltara nada, que serás respetado y que podrás partir cuando quieras… por favor.”
Por compasión, por servicio o por sorpresa, el caso es que Latif, después de pensar unos minutos, aceptó la propuesta del rey.
Esa misma tarde llegó Latif al palacio, en donde inmediatamente le fue asignado un lujoso cuarto a escasos doscientos metros de la alcoba real.
En la habitación, una tina de esencias y con agua tibia lo esperaba.

Durante las siguientes semanas las consultas del rey se hicieron habituales.
Todos los días, a la mañana y a la tarde, el monarca mandaba llamar a su nuevo asesor para consultarle sobre los problemas del reino, sobre su propia vida o sobre sus dudas espirituales.

Latif siempre contestaba con claridad y precisión.
El recién llegado se transformó en el interlocutor favorito del rey. A los tres meses de su estancia ya no había medida, decisión o fallo que el monarca no consultara con su preciado asesor.
Obviamente esto desencadenó los celos de todos los cortesanos que veían en el mendigo-consultor una amenaza para su propia influencia y un perjuicio para sus intereses materiales.
Un día todos los demás asesores pidieron audiencia con el rey. Muy circunspectos y con gravedad le dijeron.
- “Tu amigo Latif, como tú llamas, está conspirando para derrocarte.”
- “No puede ser” dijo el rey. “No lo creo.”
- “Puedes confirmarlo con tus propios ojos,” dijeron todos. “Cada tarde a eso de las cinco, Latif se escabulle del palacio hasta el ala Sur y en un cuarto oculto se reúne a escondidas, no sabemos con quién. Le hemos preguntado a dónde iba alguna de esas tardes y ha contestado con evasivas. Esa actitud terminó de alertarnos sobre su conspiración.”
El rey se sintió defraudado y dolido. Debía confirmar esas versiones.
Esa tarde a las cinco, aguardaba oculto en el recodo de una escalera.
Desde allí vio cómo, en efecto, Latif llegaba a la puerta, miraba hacia los lados y con la llave que colgaba de su cuello abría la puerta de madera y se escabullía sigilosamente dentro del cuarto.

- “Lo visteis” gritaron los cortesanos, “lo visteis?”
Seguido de su guardia personal el monarca golpeó la puerta.
- “¿Quién es?” dijo Latif desde adentro.
- “Soy yo, el rey,” dijo el soberano. “Ábreme la puerta.”
Latif abrió la puerta.
No había nadie allí, salvo Latif.
Ninguna puerta, o ventana, ninguna puerta secreta, ningún mueble que permitiera ocultar a alguien.
Sólo había en el piso un plato de madera desgastado, en un rincón una vara de caminante y en el centro de la pieza una túnica raída colgando de un gancho en el techo.
- “¿Estás conspirando contra mi Latif?” pregunto el rey.
- “¿Cómo se te ocurre, majestad?” contesto Latif. “De ninguna forma, ¿por qué lo haría?”
- “Pero vienes aquí cada tarde en secreto. ¿Qué es lo que buscas si no te ves con nadie? ¿Para qué vienes a este cuchitril a escondidas?”
Latif sonrió y se acercó a la túnica rotosa que pendía del techo. La acarició y le dijo al rey:
- “Hace sólo seis meses cuando llegué, lo único que tenía eran esta túnica, este plato y esta vara de madera” dijo Latif. “Ahora me siento tan cómodo en la ropa que visto, es tan confortable la cama en la que duermo, es tan halagador el respeto que me das y tan fascinante el poder que regala mi lugar a tu lado…  que vengo cada día para estar seguro de no olvidarme de
 QUIÉN SOY Y DE DÓNDE VINE”.
ASÍ ES:
 


NUNCA DEBEMOS OLVIDAR QUIENES SOMOS Y DE DONDE VENIMOS, LA VIDA DA MUCHAS VUELTAS Y PODEMOS REGRESAR SIEMPRE AL MISMO LUGAR!!

martes, 7 de octubre de 2014

EL NIÑO QUE FUIMOS

A veces nos invade una sensación de tristeza que no logramos controlar.
Percibimos que el instante mágico de aquel día pasó y que nada hicimos. Entonces la vida esconde su magia y su arte.
Tenemos que escuchar al niño que fuimos un día y que todavía existe dentro de nosotros. Ese niño entiende de momentos mágicos. Podemos reprimir su llanto, pero no podemos acallar su voz. Ese niño que fuimos un día continúa presente.
Bienaventurados los pequeños, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Si no nacemos de nuevo, si no volvemos a mirar la vida con la inocencia y el entusiasmo de la infancia, no tiene sentido seguir viviendo.
Existen muchas maneras de suicidarse. Los que tratan de matar el cuerpo ofenden la ley de Dios. Los que tratan de matar el alma
también ofenden la ley de Dios, aunque su crimen sea menos visible a los ojos del hombre.
Prestemos atención a lo que nos dice el niño que tenemos guardado en el pecho. No nos avergoncemos por causa de él. No dejemos que sufra miedo, porque está solo y casi nunca se le escucha.
Permitamos que tome un poco las riendas de nuestra existencia. 
Ese niño sabe que un día es diferente a otro.
Hagamos que se vuelva a sentir amado. Hagamos que se sienta bien, aunque eso signifique obrar de una manera a la que no estamos acostumbrados, aunque parezca estupidez a los ojos de los demás.
Recuerden que la sabiduría de los hombres es locura ante Dios. Si escuchamos al niño que tenemos en el alma, nuestros ojos volverán a brillar.
Si no perdemos el contacto con ese niño, no perderemos el contacto con la vida…

LOS 3 ULTIMOS DESEOS DE ALEJANDRO, EL GRANDE

Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:


1 – Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.

2 – Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y…
3 – Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.

Alejandro le explicó:
1 – Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.

2 – Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
3 – Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que venimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.

Al morir nada material te llevas, aunque creo que las buenas acciones son una especie de cheques de viajero.
“EL TIEMPO” es el tesoro más valioso que tenemos porque ES limitado. Podemos producir más dinero, pero no más tiempo. Cuando le dedicamos tiempo a una persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos recuperar, nuestro tiempo es nuestra vida. EL MEJOR REGALO que le puedes dar a alguien es tu tiempo y SIEMPRE se le regala a la familia, a alguien especial o a un buen amigo.
Toma el tiempo para leer este mensaje cuando menos a alguien de tu familia a alguien especial o a un buen amigo.

 

                   “DIOS NO ESCOGE A LOS CAPACES,
                    DIOS CAPACITA A LOS ESCOGIDOS”

domingo, 5 de octubre de 2014

ILUSIONES DE BAILARINA

En la lejana Rusia, había una niña que quería ser bailarina clásica. Cierto día paso por la aldea el famoso ballet Boltshoi y la madre la llevo para que el director del mismo la viera bailar.
 Una vez concluida la prueba , la mamá pregunto: “¿Usted cree que tiene condiciones?”.
El director, mirando fijamente a la nena le dijo: “No, no creo”.
Todo un sueño, toda una ilusión echada a perder.
La nena lloro durante un tiempo y aunque no olvido esa frustración, su vida continuo.
Se recibió de maestra y ejerció durante años en su aldea.
Veinte años después, volvió el ballet a la ciudad y ella fue a verlo para recordar lo que había podido ser y no fue. Entre lagrimas, noto que el director era el mismo.
Tomo coraje y al final de la función lo fue a ver y le dijo: “¿Me recuerda?… hace 20 años quería ser bailarina y Ud. me dijo que no tenia condiciones”. A lo que el director respondió: “Si, lo recuerdo muy bien.
Y ahora veo que no me equivoque”. Ella, muy angustiada, le respondió: “Pero como me dice eso otra vez!…Ud. no tiene corazón! El director mirándola fijamente le dijo: “¿Sabe una cosa?, eso se lo digo a todos, y en el caso suyo, como en el de la mayoría, pongo fuera de Ud. a un gran sueño.
Y en este ballet, como en la vida, solo triunfan los mejores, aquellos que tienen la perseverancia y el empuje necesario que solo da… un sueño”

NO DEJES QUE NUNCA: NADA NI NADIE… TE ROBE TUS SUEÑOS.