domingo, 9 de marzo de 2014

Estrellas al mar


Había una vez un hombre que vivía en una pequeña casa al lado del mar. Todos los días, al amanecer, salía a pasear por la playa para disfrutar del contacto de sus pies en la arena, para disfrutar del paisaje, del horizonte…
Una de tantas mañanas salió a caminar y descubrió con tristeza que había miles de estrellas de mar varadas sobre la arena. Miró a lo lejos y comprendió la gravedad de la situación, pues sabía que las estrellas apenas viven unos minutos fuera del agua. Se quedó inmóvil, observando la situación con lágrimas en los ojos.
Comenzó a caminar por la arena, con cuidado de no pisarlas, pensando en la fugacidad de la vida, en la importancia de cada instante… cuando, de pronto, a lo lejos, distinguió una pequeña figura que se movía velozmente entre la arena y el agua.
Decidió acercarse para averiguar qué estaba ocurriendo, quién se movía de una forma tan extraña. Al aproximarse descubrió a un niño que no dejaba de correr de un lado a otro.
Se acercó a él y le preguntó qué estaba haciendo.
El niño se detuvo por un instante, cogió aire y le miró a los ojos.
-Estoy devolviendo las estrellas al mar para que no se mueran.
El escritor sonrió amargamente:
-Sí, ya lo veo, ¿pero no te das cuenta de que tu esfuerzo no tiene mucho sentido? Hay miles y miles de estrellas en la arena, por muy rápido que vayas jamás podrás salvarlas… tu esfuerzo no tiene sentido.
El niño se agachó, cogió una pequeña estrella que estaba a sus pies, la lanzó con fuerza al mar y, mientras se alejaba a por otra, gritó: “Para esta sí que ha tenido sentido”
El hombre observó cómo el niño continuaba moviéndose de un lado para otro, miró hacia el horizonte y sonrió.
Se agachó y comenzó a tirar estrellas al mar.....

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